Manjón. Andrés
      [971](1846-1923)

 
   
 

 
       

   Fundador de los Maestros de las Escuelas del Avemaría en 1905. Hombre bueno, compasivo, abierto y sencillo, también brilló por su erudición, por su profundidad y por su capacidad de síntesis. Canónigo del Sacro Monte de Granada y catedrático de Derecho, sintió que una profunda vocación educadora bullía en su alma y a ella sacrificó sus demás inquietudes y sus posibilidades de brillo humano. La educación de los niños de los alrededores de la ciudad fue su ilusión.
   Con ellos aprendió lo que vale el hombre y por ellos consagró su vida, inician­do las escuelas populares del Avemaría, que se presentaron como vanguardia de las iniciativas pedagógicas en España y que se hicieron célebres en todo el país.
    El P. Manjón se alza en la historia de la pedagogía como un auténtico genio, lleno de intuiciones, entusiasta y positivo, cordial en sus proyectos dinámico en sus realizaciones. En la Catequesis figura como el gran promotor de una catequesis abierta a las clases populares.
   Fue pedagogo con alma de maestro y científico con ideales de apóstol. Fue el soñador que supo partir del más eficaz de los realismos. Vivió en el mundo de los escolares y en el libro de la vida absorbió sus magníficas intuiciones reflejadas en sus hojas volantes, en sus revistas, en sus libros.
   Nació en 1846, el 30 de Noviembre, en Sargentes de Lora, Burgos, de padres agricultores,  modestos y cristianos. En 1857 fue enviado a Sedano, para que mejore los estudios. Luego entró en el Seminario de Burgos. En 1865 siguió estudiando Teología en el Seminario, pero estudió artes en el Instituto de Burgos. En 1869 pasó a Valladolid para estudiar Derecho en la Universidad. Comenzó sus experiencias con jóvenes, en cuya actividad se vio apoyado por su categoría intelectual.
   En 1872 obtuvo la Licenciatura en Derecho Civil y en 1873 el doctorado en Derecho con la brillante tesis "Los principios de la propiedad en los diversos sistemas sociales."
   En 1873 era Profesor Auxiliar de Derecho romano en la Universidad de Salamanca. Daba clases particulares para poder vivir. En 1879 obtuvo la Cátedra de Derecho Romano, en Santiago de Compostela. En 1880 ganó la Cátedra de Derecho Canónico de la Universidad de Granada. Se multiplica­ron sus actividades con los Universitarios Católicos y sus primeras publicaciones profesionales y periodísticas, de signo pedagógico.
   En 1885 pasó como Profesor de Derecho Canónico a la Facultad del Sacro Monte. Sintió entonces el deseo de ordenarse sacerdote y lo hizo en 1886. Obtuvo entonces la canonjía en la Abadía del Sacro Monte.

 

   

 

   

 

 

 

En 1888 estaba ya comprometido con los marginados de las cuevas cercanas al Sacro Monte, en Granada. En ese ambiente comenzó su obra educadora con la primera escuela del Avemaría. En 1890 contaba ya más de 200 escolares. Comenzaron las peticiones de nuevas obras. Sus producciones literarias se  multiplicaron en el campo del derecho y en el de la pedagogía.
   En 1902 fue nombrado Consejero nacional de Instrucción Pública. Constituyó la Sociedad Escolar del Ave­maría. En 1905 tenía ya un Seminario de maestros del Avemaría. Comenzó a publicar las "Hojas del Avemaría." En 1913 participó en el Primer Congreso Catequístico nacional, con el tema "El catecismo como asignatura céntrica".
   En 1918 se jubiló de su Cátedra de Derecho y se entregó en plenitud a sus publicaciones educativas: fueron docenas las que surgieron de su fecunda pluma hasta el 10 de Julio de 1823 en que falleció en Granada.
   Entre esas obras se pueden citar las más catequísticas: "La Memoria de las Escuelas del Sacro Monte", "Condiciones de una buena educación y cuáles nos faltan", "Pensamientos del Avemaría", "Hojas circunstanciales del Avemaría", "Educar es completar hombres", "Hojas catequísticas y pedagógicas del Ave María", "Las escuelas laicas", "El catecismo como asignatura céntrica", "El cate­quista: hojas meramente catequísticas", "El maestro mirando hacia dentro", "El maestro mirando hacia afuera" y el  "maestro ideal".
   El movimiento del Avemaría se nutrió durante todo el siglo XX con las intuiciones manjonianas, inspiradoras de una verdadera escuela nueva hecha a la medida de los niños y de las clases populares.